El ahogado más hermoso del planeta
Gabriel García Marqués
Este audio libro me transportó bastante y a pesar del realismo mágico que narra, la historia parece algo real, pero yo lo relaciono mucho con los pueblos costeros de Colombia, que en su mayoría son pueblos muy monótonos y al ver un suceso extraordinario seguramente siempre se van a sorprender, en su mayoría las mujeres, que precisamente son las más atrapadas en el cuento y como siempre sucede en la vida real, le ponen mucha parafernalia a cualquier hecho fuera de lo normal en la vida real, como diríamos coloquialmente “chismoseo”.
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se escuchó en clase
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*las novelas se enfocaban en las clases y lo económico.
*el positivismo- experimentación.
*krausismo- filosofía practica, lo racional, complejidad, lo que la gente piense.
*realismo: se plantea una idea de forma más comprensible, ligado a los acontecimientos sociales, la observación, muy cercano a la antropología; los autores son objetivos-impersonales.
*El naturalismo: explica la realidad
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El jugador es una novela de Fiódor Dostoyevski escrita en 1866 y publicada en 1867 sobre un joven tutor empleado por un antiguo general ruso. La novela refleja la propia adicción de Dostoyevski al juego de la ruleta durante su estancia en Wiesbaden, presentada como la ciudad ficticia de Roulettenbourg de la novela,y su pasional estadía en Europa con Apollinaria (Polina) Prokófievna Súslova, de quien se enamoró perdidamente.
Dostoyevski completó su obra bajo condición del cumplimiento de un plazo que, mediante un contrato, le impuso el editor Fiódor Stelovski para que escribiese una novela para el 1 de noviembre de 1866. En caso de incumplimiento de dicho plazo, el editor se quedaba con los derechos de autor de todo lo que escribiera Dostoievski durante los próximos nueve años. En el tiempo récord de 26 días el autor dictó El jugador a la taquígrafa Anna Grigórievna Snítkina, que meses después se convertiría en su segunda esposa.
escuché el audio-libro en:
www.youtube.com/watch?v=EcFY9llU5CA
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Yo me enveneno con un recuerdo:
En el violado camarín, la seda
y el sutil vello y de odorante nardo
discreto olor y la hora soñada...
Yo me enveneno con un recuerdo.
En el violado camarín, el mudo
férvido amor que en las pupilas arde
y el tibio zumo de la boca henchida...
Yo me enveneno con un recuerdo.
En el violado camarín, desnuda
la grácil forma sobre el raso verde
y a mí enlazada la delicia toda...
Yo me enveneno con un recuerdo.
poeta: León de Greiff
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GABO CONTESTA
Escribir una novela es pegar ladrillos. Escribir un cuento es vaciar en concreto. No sé de quién es esa frase certera. La he escuchado y repetido desde hace tanto tiempo sin que nadie la reclame, que a lo mejor termine creyendo que es mía. Hay otra comparación que es pariente pobre de la anterior: el cuento es una flecha en el centro del blanco y la novela es cazar conejos. En todo caso esta pregunta del lector ofrece una buena ocasión para dar vueltas una vez más, como siempre, sobre las diferencias de dos géneros literarios distintos y sin embargo confundibles. Una razón de eso puede ser el despiste de atribuirle las diferencias a la longitud del texto, con distinciones de géneros entre cuento corto y cuento largo. La diferencia es válida entre un cuento y otro, pero no entre cuento y novela.El cuento más corto que conozco es del guatemalteco Augusto Monterroso, reciente premio Príncipe de Asturias. Dice así: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".
Nada más. Hay otro de Las Mil y una Noches, cuyo texto no tengo a la mano, y que me produce retortijones de envidia. Es el cuento de un pescador que le pide prestado un plomo para su red a la mujer de otro pescador, con la promesa de regalarle a cambio el primer pescado que saque, y cuando ella lo recibe y lo abre para freírlo le encuentra en el estómago un diamante del tamaño de una almendra.
Más que el cuento mismo alucinante por su sencillez, éste me interesa ahora porque plantea otro de los misterios del género: si la que presta el plomo no fuera una mujer sino otro hombre, el cuento perdería su encanto: no existiría. ¿Por qué? ¡Quién sabe! Un misterio más de un género misterioso por excelencia.
Las Novelas Ejemplares de Cervantes son de veras ejemplares, pero algunas no son novelas. En cambio Joseph Conrad escribió Los Duelistas, un cuento también ejemplar con más de ciento veinte páginas, que suele confundirse con una novela por su longitud. El director Ridley Scott lo convirtió en una película excelente sin alterar su identidad de cuento. Lo tonto a estas alturas sería preguntarnos si a Conrad le habría importado un pito que lo confundieran.
La intensidad y la unidad interna son esenciales en un cuento y no tanto en la novela, que por fortuna tiene otros recursos para convencer. Por lo mismo, cuando uno acaba de leer un cuento puede imaginarse lo que se le ocurra del antes y el después, y todo eso seguirá siendo parte de la materia y la magia de lo que leyó. La novela, en cambio, debe llevar todo dentro. Podría decirse, sin tirar la toalla, que la diferencia en última instancia podría ser tan subjetiva como tantas bellezas de la vida real.
Buenos ejemplos de cuentos compactos e intensos son dos joyas del género: La Pata de Mono, de W.W. Jacobs, y El Hombre en la Calle, de Georges Simenon. El cuento policiaco, en su mundo aparte, sobrevive sin ser invitado porque la mayoría de sus adictos se interesan más en la trama que en el misterio. Salvo en el muy antiguo y nunca superadoEdipo Rey, de Sófocles, un drama griego que tiene la unidad y la tensión de un cuento, en el cual el detective descubre que él mismo es el asesino de su padre.
El cuento parece ser el género natural de la humanidad por su incorporación espontánea a la vida cotidiana. Tal vez lo inventó sin saberlo el primer hombre de las cavernas que salió a cazar una tarde y no regresó hasta el día siguiente con la excusa de haber librado un combate a muerte con una fiera enloquecida por el hambre. En cambio, lo que hizo su mujer cuando se dio cuenta de que el heroísmo de su hombre no era más que un cuento chino pudo ser la primera y quizás la novela más larga del siglo de piedra.
No sé qué decir sobre la suposición de que el cuento sea una pausa de refresco entre dos novelas, pero podría ser una especulación teórica que nada tiene que ver con mis experiencias de escritor. Tanteando en las tinieblas me atrevería a pensar que no son pocos los escritores que han intentado los dos géneros al mismo tiempo y no muchas veces con la misma fortuna en ambos. Es el caso de William Somerset Maugham, cuyas obras -como las de Hemingway- son más conocidas por el cine. Entre sus cuentos numerosos no se puede olvidar P & O -siglas de la compañía de navegación Pacific and Orient- que es el drama terrible y patético de un rico colono inglés que muere de un hipo implacable en mitad del océano Índico.
Ernest Hemingway es un caso similar. Tan conocido por el cine como por sus libros, podría quedarse en la historia de la literatura sólo por algunos cuentos magistrales. Estudiando su vida se piensa que su vocación y su talento verdaderos fueron para el cuento corto. Los mejores, para mi gusto, no son los más apreciados ni los más largos. Al contrario, dos de ellos son de los más cortos -Un canario para regalo yUn gato bajo la lluvia-, y el tercero, largo y consagratorio, La breve vida feliz de Francis Macomber.
Sobre la otra suposición de que el cuento puede ser un género de práctica para emprender una novela, confieso que lo hice y no me fue mal para aprender a escribir El Otoño del Patriarca. Tenía la mente atascada en la fórmula tradicional de Cien Años de Soledad, en la que había trabajado sin levantar cabeza durante dos años. Todo lo que trataba de escribir me salía igual y no lograba evolucionar para un libro distinto. Sin embargo, el mundo del dictador eterno, resuelto y escrito con el estilo juicioso de los libros anteriores, habrían sido no menos de dos mil páginas de rollos indigestos e inútiles. Así que decidí buscar a cualquier riesgo una prosa comprimida que me sacara de la trampa académica para invitar al lector a una aventura nueva.
Creí haber encontrado la solución a través de una serie de apuntes e ideas de cuentos aplazados, que sometí sin el menor pudor a toda clase de arbitrariedades formales hasta encontrar la que buscaba para el nuevo libro. Son cuentos experimentales que trabajé más de un año y se publicaron después con vida propia en el libro de La Cándida Eréndira: Blacamán el bueno vendedor de milagros, El último viaje del buque fantasma, que es una sola frase sin más puntuación que las mínimas comas para respirar, y otros que no pasaron el examen y duermen el sueño de los justos en el cajón de la basura. Así encontré el embrión de El Otoño, que es una ensalada rusa de experimentos copiados de otros escritores malos o buenos del siglo pasado. Frases que habrían exigido decenas de páginas están resueltas en dos o tres para decir lo mismo, saltando matones, mediante la violación consciente de los códigos parsimoniosos y la gramática dictatorial de las academias.
El libro, de salida, fue un desastre comercial. Muchos lectores fieles de Cien Años se sintieron defraudados y pretendían que el librero les devolviera la plata. Para colmo de peras en el olmo la edición española se desbarataba en las manos por un defecto de fábrica, y un amigo me consoló con un buen chiste: "Leí el otoño hoja por hoja". Muchos persistieron en la lectura, otros la lograron a medias y con el tiempo quedaron suficientes cautivos para que no me diera pena seguir en el oficio. Hoy es mi libro más escudriñado en universidades de diversos países, y las nuevas generaciones pueden leerlo como si fuera el crepúsculo de un Tarzán de doscientos años. Si alguien protesta y lo tira por la ventana es porque no le gusta pero no porque no lo entienda. Y a veces, por fortuna, no ha faltado alguien que lo recoja del suelo.
Diario el País de España.
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Franz Kafka
(Praga, 1883 - Kierling, Austria, 1924) Escritor checo en lengua alemana. Nacido en el seno de una familia de comerciantes judíos, Franz Kafka se formó en un ambiente cultural alemán, y se doctoró en derecho. Pronto empezó a interesarse por la mística y la religión judías, que ejercieron sobre él una notable influencia y favorecieron su adhesión al sionismo.
Obras
· El desaparecido.
· El proceso 1925.
· El castillo 1922.
· La edificación de la Muralla China. Relato.
· Carta al padre 1919.
· Ricardo y Samuel. Capítulo de una novela, escrito en colaboración con Max Brod.
· La obra 1923-1924
Marcel Proust
(París, 1871-id., 1922) Escritor francés. Hijo de Adrien Proust, un prestigioso médico de familia tradicional y católica, y de Jeanne Weil, alsaciana de origen judío, dio muestras tempranas de inteligencia y sensibilidad. A los nueve años sufrió el primer ataque de asma, afección que ya no le abandonaría, por lo que creció entre los continuos cuidados y atenciones de su madre. En el liceo Condorcet, donde cursó la enseñanza secundaria, afianzó su vocación por las letras y obtuvo brillantes calificaciones. Tras cumplir el servicio militar en 1889 en Orleans, asistió a clases en la Universidad de La Sorbona y en la École Livre de Sciences Politiques.
Obras
· 1896: Los placeres y los días.
· 1904: traducción de la obra de J. Ruskin The Bible of Amiens.
· 1904: "La muerte de las catedrales
· 1906: traducción de la obra de J. Ruskin Sesame and Lilies.
· 1913-1927: En busca del tiempo perdido.
James Joyce
(Dublín, 1882 - Zurich, 1941) Escritor irlandés en lengua inglesa. Nacido en el seno de una familia de arraigada tradición católica, estudió en el colegio de jesuitas de Belvedere entre 1893 y 1898, año en que se matriculó en la National University de Dublín, en la que comenzó a aprender varias lenguas y a interesarse por la gramática comparada.
Obras
· Música de cámara (Chamber Music), 1907.
· Dublineses (Dubliners), 1914.
· Retrato del artista adolescente (Portrait of the Artist as a Young Man), 1916.
· Exiliados (Exiles), 1918.
· Ulises (Ulysses), 1922.
· Poemas manzanas o Poemas a penique (Pomes Penyeach), 1927.
· Collected Poems (1936, poesía)
· Finnegans Wake, 1939.
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Johann Wolfgang
Escritor alemán de Frankfurt , nació en 1749, murió en 1832 , surgido en el entorno de una familia patricia burguesa, su padre se en obligó a regresar a Frankfurt. Una vez recuperada la salud, se trasladó a Estrasburgo para proseguir sus estudios se hizo cargo personalmente de su educación. En 1765 inició los estudios de derecho en Leipzig, aunque una enfermedad le éste un período decisivo, ya que en él se produjo un cambio radical en su orientación poética. Frecuentó los círculos literarios y artísticos del Sturm und Drang, germen del primer Romanticismo y conoció a Herder, quien lo invitó a descubrir a Homero, Ossian, Shakespeare y la poesía popular.
«el más grande hombre de letras alemán... y el último verdadero hombre universal que caminó sobre la tierra»
Su obra, abarcó géneros como la novela, la poesía lírica, el drama e incluso controvertidos tratados científicos, dejó una profunda huella en importantes escritores, compositores, pensadores y artistas posteriores, siendo incalculable en la filosofía alemana posterior y constante fuente de inspiración para todo tipo de obras. Su novela Wilhelm Meister fue citada por Arthur Schopenhauer como una de las cuatro mejores novelas jamás escritas, junto con Tristram Shandy, La Nouvelle Heloïse y Don Quijote. Su apellido da nombre al Goethe-Institut, organismo encargado de difundir la cultura alemana en todo el mundo.
*Walter Scott
Nació el 15 de agosto de 1771 en Edimburgo (Escocia). Hijo de un abogado.
Cursó estudios en su ciudad natal. A pesar de la cojera que contrajo por la polio en la infancia, desde 1792 recorrió los más remotos rincones de Escocia y recogió baladas del folklore local, con las que en 1802 publicó la colección «Minstrels of the Scottish Border» y, a partir de 1805, «The lady of the Last Minstrel», una serie de poemas narrativos, aunque ya antes sus traducciones de romances góticos alemanes, en 1796, le dieron reputación como traductor.
Su primer poema extenso, El canto del último juglar (1805), consiguió un notable éxito, después escribió una serie de poemas narrativos románticos, de la que forman parte Marmion (1808), La dama del lago (1810), Rokeby (1813) y El señor de las islas (1815).
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